Georges Abt, médico francés, realizó estudios estadísticos sobre la escritura en la segunda mitad del siglo XIX. Su impronta impulsó el cambio de la mirada sobre el objeto-escritura, que hasta ese momento se centraba en los casos “anormales”: los superdotados, los paralíticos, los criminales, los dementes…
Abt lleva al laboratorio la escritura de la gente común. Busca la fundamentación de los análisis porque ya no se consentía hipotetizar a partir de un caso o de la comparación de solamente dos escritos. Tampoco se acepta “juntar” escrituras de manera descontrolada, es decir, sin control de las variables que requiere un encuadre investigativo.
En su época se generalizan los estudios científicos sobre la escritura. Se realizan sobre poblaciones incorporadas con criterios estadísticos para que produzcan consignas escriturales elaboradas, administradas bajo las mismas condiciones ambientales, con los mismos instrumentos. Se estudia la escritura bajo coacción, bajo distintas situaciones climáticas, bajo la influencia de la luz y la oscuridad, en situaciones de ira, de fatiga, de fiebre, de actividad intelectual…
La exigencia de la ciencia en este terreno pone en evidencia que la investigación requiere de una vocación especial. Es por eso que no todos los psicólogos, ni los médicos, ni los psicomotricistas, ni los ingenieros se dedican a investigar. Es una suerte que los grafólogos tampoco tengamos esa obligación y que podamos apoyar nuestros saberes en lo que algunos investigaron del modo en que la ciencia pide.
Abt fue médico y biólogo, nació en Besançon (Doubs), en 1874. Profesional brillante, su destaque lo llevó a cubrir importantes cargos en Francia y, además, construyó una trayectoria internacional como investigador, que lo condujo, entre otros cargos, a la Dirección del Instituto Pasteur en Atenas.
Aquí comparto la tapa de un libro muy interesante sobre estos temas…
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