Cuando el paciente llega a un tratamiento no farmacológico de rehabilitación de la escritura, si bien es derivado por su médico/psicólogo, cuando es adulto el inicio depende exclusivamente de su decisión. Aún así, generalmente tiene una anticipación negativa de los resultados. Las técnicas de desdramatización y el fomento de las experiencias de dominio funcionan como refuerzo positivo que pronto revierten esas ideas de desesperanza en relación a los cambios de su escritura.
Otra pata fundamental para sostener un buen arranque y continuidad es lo que la psicología llama -en su campo específico- “autoterapia ampliada”. Trasvasada a la reeducación de la escritura, consiste en la realización de tareas entre sesiones no solo porque aceleran la adquisición de habilidades que benefician la escritura y adelantan los eventuales buenos resultados, sino porque la toma de un rol activo por parte del paciente frente al tratamiento estimula el sentido de agencia, lo convierte en actor de su propio cambio.
Las tareas ampliadas dentro de la autoterapia son supervisadas por el profesional mediante fotografías de los trabajos enviadas por whatsapp lo cual – aunque la calidad de la imágenes sea mala- redunda en una mejor alianza terapéutica, otro concepto psicológico que viene en auxilio del trabajo grafológico: si el paciente realiza la tarea entre sesiones, implica que confía en el criterio del profesional.
Esto se refuerza notablemente cuando se explicita el por qué de los beneficios que aportan las técnicas, lo cual agrega un mayor compromiso con el tratamiento, tal como lo explicaba J. de Ajuriaguerra en su método de reeducación en niños y adolescentes.
Este enfoque grafoeducativo prepara al paciente para independizarse del grafólogo cuando el tratamiento concluya y, en ese momento, pueda realizar un efectivo autocontrol de su grafismo y evaluar la necesidad de futuras consultas de refuerzo.
Deja una respuesta