Entre el 10 y el 30 % de las escrituras infantiles son disgráficas y se detectó que tienen mayores pausas que las escrituras típicas. Pero estas detenciones no son estáticas, sino que presentan un considerable movimiento en los enlaces aéreos, que son más extensos y lentos y aumentan el tiempo de ejecución.
Esto puede responder a dificultades en la planificación y creación de contenido. Pero si se debe a dificultades motoras, a su vez pueden restringir los procesos cognitivos porque, cuando la escritura no está completamente automatizada, demanda recursos de memoria y atención que se restan a la generación de ideas. Y esto repercute en el rendimiento académico, tiene consecuencias emocionales y sociales.
El estudio se hizo con capturas dinámicas de escrituras de 100 niños de 8 y 9 años, ya que se considera que a esa edad ya la “escritura se ha vuelto automática, organizada y fácilmente disponible como una herramienta para facilitar el desarrollo de ideas” (Berninger, Mizokawa y Bragg, 1991; Levine, 1993) (2 – 3), una función a veces no tenida en cuenta en el ámbito educativo.
La investigación no es nueva… la realizaron Rosenblum, Parush y Weis en 2003 (3). Pero, curiosa y lamentablemente, no parece capitalizada para la enseñanza de la escritura.
(1) Berninger, V. W., Mizokawa, D., & Bragg, R. (1991) Theory-based diagnosis and Remediation of writing disabilities. Journal of School Psychology, 29(1), 57-79.
(2) Levine, M. (1993) Developmental variation and learning disorders. Cambridge, MA: Educators Pub’.
(3) Rosenblum, S., Parush, S., & Weiss, P. L. (2003). The In Air phenomenon: temporal and spatial correlates of the handwriting process. Perceptual and motor skills, 96(3 Pt 1), 933–954. https://doi.org/10.2466/pms.2003.96.3.933
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