Toda reeducación comienza más allá (o más acá…) de la idea de mejorar una “performance” escritural. Tiene que buscar y encontrar -primero- la confianza del paciente en su propia capacidad. Cuando J. de Ajuriaguerra despliega sus técnicas de reeducación de la escritura infantil[1] introduce el concepto de “éxito fácil”, que refiere a la experiencia de dominio sobre la actividad que, hasta el momento, solo le ofrecía frustración y consecuente rechazo.
Para que esto se produzca, también en el caso de las patologías motoras, el paciente tiene que avanzar gradualmente sobre las dificultades para poder vencerlas y lograr una sensación de “autoeficacia” que no surge de elogios condescendientes y vacíos sino de la conquista de una sólida red de saberes enactivos, aquellos que se adquieren cuando se aprende a hacer algo, simplemente… haciéndolo.
En este proceso no es ajeno el conocimiento del “por qué” y el “para qué” de los ejercicios reeducativos, que permiten dimensionar los logros más allá de la apariencia formal, que -no obstante- también se debe sumar como gratificación estética/formal.
La tarea contemplada así, en todas sus aristas, sale de un lugar de frustración y se convierte en una fuente de recompensas. Cada pequeño logro funciona como un refuerzo positivo que fideliza al paciente y garantiza la continuidad reeducativa.
Saberse capaz genera seguridad frente a los desafíos de cada nueva sesión, pero también en otros ámbitos. De acuerdo a manifestaciones de los propios pacientes, perciben mayor tranquilidad cuando afrontan la tarea de firmar en un Banco o completar panillas para comprar medicamentos, hechos que hablan de autoeficacia generalizada a otras circunstancias o “autoeficacia situacional”, estudiada en distintos ámbitos[2]. Del mismo modo, en algunos casos señalan espontáneamente la generalización de la “autoeficacia entre tareas” como abotonarse una camisa, manipular los cubiertos durante las comidas, lavarse la cabeza, peinarse, etc.
Esto puede conducir, a su vez, a una experiencia de control que beneficiaría su autoestima para impactar en su vida en general.
“Éxito fácil” no es facilismo… Quizá sea “gran éxito”.
[1] DE AJURIAGUERRA, J., AUZÍAS, M., DENNER, A. “La escritura del niño”. 1° ed. francesa 1964. 1° ed. castellana 1973.
[2] Brody, E.B., Hatfield, B.D. y Spalding, T.W. (1988). Generalization of self-efficacy to a continuum of stressors upon mastery of a high-risk sport skill. Journal of Sport Psychology, 10, 32-44.
Deja una respuesta